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¿Por qué mis hijos no obedecen?

Actualizado: 23 sept 2020



El desafío de ser padres

Ser padre es una maravillosa aventura y un gran reto para los que han decidido serlo. Cuando eres padre vienes con un bagaje de cómo se debe educar y qué es lo bueno y lo no tan indicado para esa educación, este aprendizaje viene de tu familia de origen e influye de manera consciente o inconsciente en tu toma de decisiones.

Nadie nacemos enseñados y menos en esa hermosa labor de ser padres… he oído decir que tener un piano no te hace saber tocarlo, así mismo tener un hijo no te hace ser un padre competente.

Los estilos de autoridad que ejercieron tus padres sobre ti suelen ser un referente, ya sea por qué consideras que son convenientes o bien por lo desagradables e inapropiados que puedas percibirlos. Existe la posibilidad de caer en la tentación de polarizar, es decir, quererlos imitar de manera inamovible o ir al extremo contrario e intentar evitarlos totalmente, yo diría que si partes de una no estructura entonces no te queda claro que es o cómo hay que hacerlo aunque tu intención sea la mejor. Por ejemplo, si tuviste padres demasiado autoritarios sueles querer ese mismo estilo o irte al extremo contrario y ser demasiado laxo con tus hijos.

Hoy en día, con el cúmulo de información que existe y los diversos comentarios que se hacen, se leen o se ofertan en cursos con diferentes nombres acerca de cómo educar a los hijos, es común cuestionarse si se está cumpliendo adecuadamente la labor de ser padre.

Estoy bien cierta por experiencia propia y profesional que para que se esté capacitado para lograr que un hijo sea un hombre o mujer “de bien”, tenemos que estar conscientes de que los padres somos quien tenemos la batuta en la educación de nuestros hijos, esa autoridad y tarea no la podemos delegar, ni a los abuelos, familiares, o instituciones educativas. Los abuelos son adultos de confianza que si bien, ayudan al cuidado instrumental y emocional de los niños, no es a ellos a quienes les toca educar.

Estilos de crianza

Existen diferentes estilos de crianza, nos detendremos a revisar algunas generalidades del autoritario, ambivalente, permisivo y democrático.

Estilo autoritario

Reconoce a los padres como la expresión máxima de conocimiento y autoridad, coloca a los hijos en una posición jerárquica inferior, emplea reglas estrictas en la familia, fomentando así la obediencia.

Estilo negligente o indiferente

Se caracteriza por que los padres no están implicados directamente en la crianza de los hijos, siendo así un referente de indiferencia e inestabilidad.


Estilo permisivo

Establece límites poco firmes, suele ser empleado con la intención de que los hijos “sean más felices”, sin embargo, los posiciona en una situación de riesgo al no contar con referentes que establezcan reglas y reconocimiento de las figuras de autoridad.


Estilo democrático

Pretende dialogar en familia, pidiendo al hijo que razone, opine e incluso decida, cuando por su falta de madurez él no está capacitado para hacerlo; con este estilo existe el riesgo de implicar a los hijos áreas que no son de su incumbencia, como lo es la relación de pareja de los padres, posicionándolo así en un espacio que no le corresponde y otorgando un poder ilegitimo.

Si bien es cierto que la especialización ha dado lugar a que se lleven a cabo todas estas clasificaciones en la educación de los hijos y que antes, los hijos se educaban sin tanta información, es importante reconocer que independientemente del modelo que elijas habrá factores que son más importantes que el estilo de crianza por sí mismo, me refiero a la autoridad que debes tener como padre.

La autoridad de los padres.

La autoridad es un concepto que se puede definir pero que tiene mucha tela de donde cortar y prefiero ejemplificarlo a través de un caso de familia con hijos descontrolados.


Se trata de una familia angustiada, con niveles de estrés altos y donde de primer momento veo un gran descontrol y una gran falta de autoridad que deteriora la convivencia, el área laboral de ambos padres y el bienestar de los hijos.


Veo también tres niños que corren por todos lados, toman mis tarjetas como cartas de lotería, uno se enrolla en la cortina, otro sale del consultorio y juega por los pasillo; veo una madre desesperada tratando de poner orden con un “tiempo fuera”, al niño tirando patadas y ella pidiéndole por favor que se tranquilice sin tener el mínimo éxito, mientras esto pasa el padre trae al otro a rastras, cuando logran estar juntos en el consultorio la madre sigue angustiada y el padre divertido, le pido a ella que se siente e intente tranquilizarse y a él que ayude a esta encomienda y resuelva la situación, sin embargo, él sigue riendo divertido y los hijos sin tranquilizarse.

Ese concepto al que me refiero y que creo ya adivinaron amigos y amigas lectores, se llama autoridad, y mientras los miembros de la pareja no logren acordar qué es lo conveniente ante tal situación con los hijos, ellos van a saber perfecto que pueden subirse a los hombros de uno de ellos para poder tener la fuerza suficiente para vencer al otro.

Por mi experiencia en la consulta privada puedo citar muchas experiencias de hijos descontrolados, angustiados por no saber manejar el poder ilegítimo que les otorgan los padres, poder que les lleva a centrar su energía en situaciones que no les competen y a desligarse de las que sí.


Les invito a que hagamos un ejercicio reflexión, que nos lleve a ejercer un estilo de crianza consciente adaptado a la situación y a nuestro contexto, que tenga como base una autoridad legítima, acompañada y validada en tu relación de pareja, de padres y de familia.


María Consuelo Alcázar Yepez

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