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El uso de aforismos en el proceso psicoterapéutico

Cuando una persona toma la decisión de buscar ayuda ante alguna problemática en su vida, busca con frecuencia a alguien que considere que puede ayudarlo. Es por eso que el primer encuentro que se tenga con el terapeuta, será fundamental para que la terapia pueda partir de la confianza que genera el paciente. Esto siendo influido por la primera impresión que el paciente tenga del terapeuta. De eso deriva la importancia de un manejo óptimo del lenguaje.

Los aforismos son formas lingüísticas que sirven como herramienta para guiar la terapia según requiera el terapeuta. Permiten alcanzar un balance entre el lenguaje verbal y no verbal, creando los límites necesarios entre un lenguaje directo y uno que deje su comprensión a los criterios del paciente. A través de ello, el terapeuta es capaz de crear sensaciones con un objetivo claro en la sesión, persuadiendo al paciente y logrando con precisión la disolución de resistencias que la persona pueda generar ante las situaciones planteadas durante la sesión.

Las resistencias derivan, en la mayoría de los casos, de experiencias ya vividas por el paciente. Es por eso que, al utilizar aforismos, el objetivo del terapeuta debe ser claro para crear un efecto acertado. Para ello, es importante utilizar este tipo de lenguaje para permitir de manera que propicie la adaptación del paciente a la situación planteada por el terapeuta. De no ser así, puede ejercer debido al efecto de resistencia, que la persona se aleje del cambio que se desea generar. Es por eso que también se requiere de asertividad para la elección de lo que se evocará, con la finalidad de permitir la percepción de escucha activa y de comprensión por parte del paciente.

Uno de los factores que deben tomarse en cuenta es el tiempo, ya que el terapeuta debe asegurarse que lo que dirá es expresado en el momento oportuno. En la adecuada selección, se pueden lograr diversos efectos en el paciente. La elección de palabras adecuadas es capaz de crear afinidad e incluso reforzar de manera positiva una conducta específica, la cual puede ser herramienta clave para el proceso terapéutico.

En el proceso terapéutico se requiere generar fórmulas, a partir de ellas, se genera afinidad y validación de lo que el paciente hace, ya que todo proceso requiere confianza en el terapeuta. Posteriormente, se inicia la búsqueda de las habilidades que posee el paciente para generar la conducta deseada. Los elementos claves para alcanzar los resultados serán la comprensión e integración del paciente, sobre aquellos aspectos de su personalidad que debe cambiar o los que ayudarán a alcanzar su meta.



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