“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
Jamás he sido bueno con las plantas, no se cuidarlas apropiadamente. Creía que solo la falta de agua podría matarlas, así que día tras día procuraba regarlas; pensaba que entre más agua tuvieran mejor crecerían. Comencé regándolas 1 vez en las mañanas, y después de una semana parecían más verdes y sanas, así que pensé: “Debería darles más agua, seguro les viene mejor”. La siguiente semana decidí regarlas en la mañana, en la tarde y en la noche, me gustaba ver la maceta llena de agua, me hacía feliz pensar lo bonitas que estarían mis plantas. Después de otra semana, me tomo por sorpresa ver que todas había muerto. Jamás comprendí porque, así que fui al vivero, compré nuevas plantas y comencé a regarlas.
Muchas veces nos encontramos en la práctica profesional con personas que parecieran estar atrapadas en un bucle, intentando solucionar un problema una y otra vez de la misma forma, y a pesar del fracaso persisten, solo hacen más de lo mismo, para encontrarse con un fracaso que inclusive podría haber empeorado la problemática inicial; en algunos casos sucede que la misma solución se vuelve más el foco de atención que el problema mismo.
Ante situaciones así pareciera que la rigidez de una persona puede obstaculizar el surgimiento de nuevas posibilidades, y entre más repiten una solución menos opciones parecieran quedar, hasta que las opciones se acaban y solo queda repetir la misma una y otra vez.
Negación.
Una de las formas en las que encontramos esta situación es cuando buscamos como solución la negación del problema, lo simplificamos por motivos que creemos justos y honestos y decimos “no pasa nada”. Lo que sucede con esto es que terminamos cayendo en los famosos secretos a voces, que parecieran solo alimentar la intensidad de la problemática inicial, adentrándonos en un juego con reglas que pareciéramos no querer admitir que sabemos.
Metiendo la nariz donde no debo.
Otra forma de encontrarnos haciendo más de lo mismo es cuando tomamos acción en solucionar un problema, que realmente, no requiere que tomemos acción alguna. Podría ser el caso de algún hijo que tuvo un mal día y quiere estar un momento a solas, pero sus padres se esfuerzan por alegrarlo, interrumpiendo en su cuarto; ahora no solo tiene emociones provenientes de un mal día, sino que habrá de lidiar con la disonancia entre el requisito a satisfacer el intento de solución de sus padres, y su estado de ánimo actual.
Sé que necesitas pinzas, pero yo tengo un desarmador.
Nos encontramos ante una situación donde se intenta solucionar un problema con la “herramienta” equivocada. Pienso en una situación común de problemas de parejas, donde algún A refiere que se encuentra incomprendido por B, puesto que al contarle sus problemáticas B no responde con una solución que A tomaría como correcta, de forma que A y B tienen soluciones y expectativas en niveles lógicos diferentes, y a mayor repetición de esta interacción, mayor será la intensidad del problema entre esta pareja.
¿Entonces como le hago para no seguirle haciendo?
Es importante que aprendamos a observar nuestros intentos de soluciones, y podamos identificar la pauta que hay en ellas, para que así, de no ser efectivas, podamos realizar un cambio de 180° en ellas.
Debemos también reconocer cuando no encontramos la solución que parezca hacer un cambio real, necesitamos un agente externo que pueda romper la rigidez que se ha formado en nuestras interacciones.
Para concluir, considero que es importante que hagamos un análisis de nuestras interacciones con los otros, y como buscamos solucionar problemas con los demás; al hacer esto podríamos encontrarnos con que hay un común denominador que estamos manteniendo en estas soluciones, y también podríamos aprender en cuales situaciones, y con quienes, si funciona, así como en cuales y con quienes no. Cada individuo tiene un repertorio de herramientas y soluciones dentro de sí mismo, a veces no se trata de dar con la indicado a la primera, sino, de seguir dispuestos al cambio, y persistir en el hasta que encontremos la llave que abre la puerta.
Por: David Martínez Becerra
Referencias:
Watzlawick, P. (2003). Cambio: Formación y solución de los problemas humanos. Herder Editorial.
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